Hoy terminé de cruzarlo. Regresé y compré la segunda guayabera de coloridos bordados. Habían pasado dos años y largos viajes.

(Image "Figure 1")

¿Eran mayas? Así parecía, así lucían los manteles que mi abuela alguna vez trajo de Guatemala. Callé porque me dijeron que mis billetes, como ofrenda cristiana de caridad, nunca serían iguales al inmundo beneficiario.

(Image "Figure 2")

¿Eran mayas? Hasta entonces sólo eran candados abiertos, colgando a medio crucero.

(Image "Figure 3")

En efecto, yo no había transitado tantos puentes como aquella chica y su familia.

(Image "Figure 3")

"Es tzotzil" — Contestó ella mientras barajaba nuevos colores con la ropa.

(Image "Figure 4")

"¿Es parecido al tzeltal, verdad?" — pregunté, con la candidez fingida de quien corteja.

(Image "Figure 5")

Y entonces hubo un sensual cruce de empatía, bromas y enseñanza, de modo que casi olvidé entregarle mi billete.

(Image "Figure 6")

— "Kolaval"

— "Kolaval".

(Image "Figure 7")